Seleccionar página

Si hay una obra de teatro que me inspira especialmente es ‘La Vida es Sueño’ de Pedro Calderón de la Barca, porque el tema central en ella es la libertad del ser humano para configurar su vida, sin dejarse llevar por un destino predeterminado.

Hace unos meses os hablaba de mi amiga Miren en Vidas Optitud como clave de resiliencia 

Miren hace de su vida un sueño, ella es una de esas personas que planta cara a la vida sin postergar las decisiones, con una visión optimista a pesar de la dureza de su realidad, manteniendo la llama de su rebeldía e inconformismo ante las dificultades pero con la capacidad de adaptarse al cambio.

Ella heredo de su madre Esperanza su carácter (una vasca de ojos azules, de color intenso como el mar cantábrico que en calma te da paz y en tempestad te da miedo). De su aita Andrés, le quedaron impregnados sus valores.

A este gran hombre que siempre vestía su chapela  lo definió muy bien su amiga Nuria el día de su adiós, y es que Prieto como Levi supo que no hay que vivir y contar, sino que hay que vivir para contar, y así  vivió para contar el bombardeo en Gernika o en Pointe de Grave. Fue un modelo de obrero consciente, leal a sus ideales, con voluntad férrea de resistir y de sobreponerse a cualquier derrota.

Con estos referentes Miren ha sido una alma resiliente, que ha vivido intensamente y lo hace porque un día tomo la decisión de hacer realidad sus sueños, como motor de su ilusión por seguir viva sin callar aquello que siente.

Uno de sus sueños era la pintura, y lo hizo tal y como os contaba en Vidas Optitud demostrando que una persona puede vivir una situación de discapacidad pero la persona no es la discapacidad, y que merece la pena fijarnos en lo que podemos hacer y no en lo que no podemos hacer, y de esa manera a Miren la pintura le devolvió la ilusión.

Hace unos meses, recibí una mensaje directo de mi amiga por el Facebook, en el me decía: ‘Carmen me he apuntado a un taller de teatro clásico, ahora quiero ser actriz… ‘ y pocos meses después me decía ‘voy a encarnar a Catalina la Grande en un texto de Chema Cardeña sobre el mito de ‘Don Juan’ de autores como Molière, Zorrilla, Tirso de Molina o Lord Byron’.

Llego el gran día, el estreno (en el vídeo podéis ver a Miren en acción).

Yo le pregunte que tal la experiencia, ella me dijo: ‘Muy bien Carmen, pero el año que viene no voy a continuar, si he aguantado hasta el final ha sido por no dejar tirados a mis compañeros, el teatro es un trabajo en equipo, además quería demostrarme a mi misma que era capaz de superar mis limitaciones (nunca se le dio bien memorizar) y no quería morirme sin cumplir este sueño, pero me ha costado mucho el poder resistir los ensayos por el dolor, así que el año que viene he tomado la decisión de una vez cumplido el sueño, no seguir con el teatro y centrarme en la pintura, sobretodo por responsabilidad hacia mis compañeros del taller’.

Sus palabras me hicieron reflexionar, hacía un mes en el Congreso Nacional de Psicología Positiva había asistido a un taller de improvisación teatral con Eduardo Jauregui, que me pareció fantástico para llevarlo a los entornos laborales, pero los asistentes no dejábamos de ser unos convencidos.

Sin embargo, viendo como había transformado el teatro las habilidades de Miren, aumentando sus capacidad de expresión, su comunicación oral y gestual,  su percepción del trabajo en equipo, su memoria , su agilidad mental y fomentando su escucha activa, su aceptación, su creatividad y su sentido del humor, me di cuenta que era una maravillosa técnica para llevar a los entornos laborales.

No os he contado que mi primera etapa laboral fue junto a Miren, en aquel momento ella, había dejado su trabajo anterior y había seguido lealmente a un amigo que emprendía un nuevo negocio. Era una mujer de mundo, que se metió entre cuatro paredes con unos cuantos locos bajitos que acabábamos de terminar un curso de prevención de riesgos laborales, y que emprendíamos un proyecto para nosotros retador.

De esa etapa recuerdo momentos de mentoring, de ella hacia nosotros, desde como coger el teléfono, a cómo atender a un cliente, incluso en mi caso cómo debía vestir por cuestiones de protocolo, pero también a la inversa, los más jóvenes, Javi y David le enseñaban a Miren a utilizar el ordenador, o yo le enseñaba como redactar un contrato, ella siempre se mostraba olvidadiza y despistada, y reconozco que hubieron muchos momentos de risa, pero también otros de conflicto que ahora recordamos con tildes de humor y que nos sirvieron de aprendizaje. Un día ella cogió la puerta y se fue dejando la Empresa y a sus compañeros.

El otro día cuando ella me hablo de su compromiso con su grupo de teatro, yo le pregunte, y por qué no lo tenías con nosotros, no obtuve respuesta pero tampoco me hizo falta.

Miren compartía con nosotros su cuerpo , pero no su alma, lo que hacía no le gustaba, y estaba allí por lealtad y amistad hacia el Director, y por ese mismo motivo y por el cariño que nos tenía a nosotros, un día entendió  que debía dejar de estarlo.

En los tiempos en qué corren, las organizaciones padecen mucho presentismo, personas que no pueden dar lo que no tienen, no pueden dar lo que no sienten.

Y ya lo decía Calderón de la Barca , la vida es puro teatro y ‘vencerse a sí mismo un hombre es tan grande hazaña que sólo el que es grande puede atreverse a ejecutarla”

Así que todos debemos decidir el papel que queremos protagonizar en nuestra vida, sólo así seremos capaces de seducir a la felicidad como compañera de nuestra obra…

¿Y tú decides ser GRANDE, y el protagonista de tu vida o un mero espectador?